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Hay personas que aman el calor porque les permite estar al aire libre con poca ropa, tomar helado frecuentemente y disfrutar de los días más largos. Otras, en cambio, son fanáticas del frío y adoran abrigarse, tomar bebidas calientes y las jornadas más cortas.

Sin embargo, cuando llega el invierno, ambos bandos tienen un punto en común: la necesidad de calefaccionar los ambientes. Por eso, año tras año buscan en el mercado diferentes alternativas para hacerlo.

Las estufas eléctricas son una de las opciones más elegidas por diversos tipos de clientes, ya que aportan numerosas ventajas y se comercializan con distintos formatos, colores y diseños. Conozcamos más sobre ellas.

Ventajas de utilizar una estufa eléctrica

A diferencia de las de gas o kerosene, este tipo de estufas funcionan al conectarlas a la corriente eléctrica, ya que poseen en su interior una serie de resistencias que elevan el calor y lo mantienen constante. También cuentan con un termostato que evita que la temperatura aumente por encima de lo recomendado.

 

Seguridad

Estas estufas poseen sistemas de seguridad que evitan que se sobrecaliente y que se apagan cuando reciben un golpe o se caen.

Por otro lado, como no usan combustibles, no emiten ningún tipo de vapor ni residuos derivados de procesos de combustión. Esta característica las torna perfectas para espacios con ventilación deficiente o nula ya que no consumen el oxígeno ni desprenden olores indeseables.

 

Eficiencia

Las estufas eléctricas son altamente eficientes porque, a diferencia de otro tipo de artículos para calefaccionar los ambientes, tienen la capacidad de alcanzar la temperatura deseada en pocos minutos.

Vale aclarar que las más eficientes energéticamente, es decir, las que menor consumo de energía conllevan, son aquellas que están dentro de la categoría A.

 

Fácil instalación

La mayoría de las estufas que funcionan con electricidad no requieren instalaciones especiales, sino que basta con que el usuario las coloque cerca de un enchufe para poder conectarlas a la corriente y ponerlas en funcionamiento.

Existen algunos modelos que requieren ser amurados a la pared. No obstante, una vez colocados, solo resta enchufarlos para que funcionen.

 

Traslado sencillo

Tal como dijimos, la mayor parte de este tipo de artefactos de calefacción no se amuran a las paredes. Por eso, pueden ser fácilmente trasladados de un ambiente a otro sin grandes inconvenientes.

Además, no ocupan demasiado lugar y suelen ser muy compactas, lo que las torna un complemento ideal para colocar en diferentes espacios, independientemente de que sean reducidos.

 

Fácil limpieza y mantenimiento

Si alguna vez tuviste estufas de gas, es probable que sepas que son bastante complejas para limpiar, ya que en líneas generales tienen que desmontarse.

Lo mismo sucede con el mantenimiento. Los calefactores que funcionan a gas tienen que ser revisados al menos una vez al año para evitar accidentes que podrían derivar en tragedias.

Las estufas eléctricas, en cambio, no requieren mantenimiento, salvo que se produzca una falla de los componentes, lo que es muy poco habitual. Asimismo, son muy fáciles de limpiar y de guardar cuando llega la primavera o el verano.